La delgada línea que separa las casas de James Bond y Austin Powers

Si no pongo cortinas entra mucha luz, pero si las pongo el salón igual queda muy recargado. Y luego está el eterno dilema entre sofá generoso + chaise loungue o varias butacas, que son menos cómodas pero más versátiles en caso de visitas. Estando en un mercadillo dominguero de garaje no hay tiempo para pensar. Esa pareja embarazada que acaba de llegar no se la van a jugar al sofá de cuatro plazas, que además es blanco y el crío lo pondría perdido, pero quizás ese cuarentón lo quiere para montar un bar en el sótano, que te tengo calado vaquero. No estoy muy convencido de mi elección, pero lo he colocado todo con criterio para que parezca más amplio, y estoy muy contento con la mesilla baja de estilo danés. La he encontrado baratísima en una tienda de absurdeces como la que se ve en la imagen:

 Monedero de sapo disecado. Grande

Grasas no ha tardado en unirse al delirio de intentar llenar tu apartamento en el exilio tamaño texas. Cuando me visita recorremos cual pareja gayer las tiendas de muebles vintage de Austin debatiendo sobre aparadores retro style  y fundas de sofá. Después, durante la semana, nos cruzamos correos discutiendo que si el cuero da calor en verano, que si tú me compras esa lámpara y me la traes que yo te llevo a una tienda en Waco (sí, ese Waco).

Resumiendo, tarados total.

Pero la cueva ya está casi terminada. El último escollo ha sido el asunto bricomanía. Cuando uno piensa que ya sabe inglés de repente se encuentra delante de este tipo:

Hi, how you doing? I need... un alargador, un plafón para el techo, alcayatas, chinchetas y una de estas cosas para sujetar una balda que no sé ni como se llama en mi idioma, imagínese en el suyo. Gánese el sueldo Steve.

Pero todo listo amigos. El Flaco ya tiene una madriguera en condiciones en la que devorar a sus presas, practicar el vagabundaje y demás zarandajas.

Hoy no salgo, que me viene fatal. Besos a todos