martes, 22 de junio de 2010

Psicodrama

Vuelve el mundial y con él alegría para El Flaco y Grasas allá donde estén. Grasas no es el clásico fan del fútbol; la liga y la copa y la championlí se la sudan por largas, tediosas y extranjeras pero cada 4 años se vuelve un apasionado del balompié, se ve todos los partidos, se lee todas las crónicas y se aprende los resultados. El Flaco dirá que no, que él sigue el fútbol todo el año y que se va a quitar del Madrid por Mourinho. Pero no es verdad, es un fan de los mundiales (y Eurocopas), no del fútbol.

Somos personas que disfrutan con un Perú-Togo

Cómo dos moderniquis y diletantes como nosotros son fans de los mundiales es algo que epata a nuestros amigos moderniquis y diletantes. Expliquemos en palabras que ellos puedan comprender.



El Mundial es la pasión y el drama. No son países teniendo guerras metafóricas como nos quieren hacer creer. Se trata de teatro, de puro teatro. Los países caen mejor que los actores y tenemos dos tablas, la descrita por el guión para el público y la escrita por uno mismo ante uno mismo.

El guión parece evidente; cada país tiene un rol y lo ejecuta. Shylock es Shylock, Ofelia Ofelia y el Marqués de Moncada será Dinamarca. La épica y la emoción vienen cuando esto no es así. Eso queremos. Queremos morcillas. Queremos cambios de guión. Sabemos que Iago es el malo y llegará a la final pero gozamos cuando cae en la fase de grupo. Nadie da un duro por Rosencratz pero aquel año que llegó a semis fue gloria para ellos y error arbitral para nosotros.

Esto no es tan fácil.

Los griegos lo exploraron y Freud lo detalló. Los personajes de los dramas están obligados a cometer/repetir ciertos actos. Hamlet es Hamlet porque no puede ser otra cosa que Hamlet, su propia historia y desarrollo no le dejan dejar de ser el príncipe heredero. El personaje está atrapado en su propio contexto y no puede hacer otra cosa, el texto meramente verbaliza su destino.
Es el psicodrama del Mundial. El fantasma aterroriza a las selecciones, normal en el supersticioso mundo del fútbol y afecta a la sociedad detrás de la selección. La consolidación de uno en el guión es un proceso complejo de retroalimentación. No puedes oponerte a décadas de ser Comendador en medio de una escena. Tampoco explicar a tu público que no llegaste a Comendador, lo único que se esperaba de ti, o que otra vez fuiste Comendador a pesar de las esperanzas de poder ser Frondoso o al menos rey católico.

El público es personaje y la selección es el público. Está escrito qué hará una selección, lo que ella misma escribió. Lo único que su público le deja escribir.

Las grandes historias mundialistas son siempre salidas de guión. Las muertes prematuras, el triunfo del bajoperro, el repetir y repetir tu papel para que tu línea argumental desaparezca sin acotación al final del segundo acto. Amigos diletantes es lo que nos da épica; tener un guión, el drama de no poderse salir de él y la esperanza de que por fin este año se rompa el destino.

Edipo será Edipo.

Hablar por hablar y por cerrar con EEUU, tienen que definir su personaje y va siendo hora. Empiezan a perfilarse como los quejicas y las victimitas, el muchacho de gran corazón e inocente que se ve en un mundo cruel que no ha diseñado y en el que todo el mundo salvo él tiene el colmillo afilado. No basta con tener un alma limpia, hay que saber jugar. EEUU es la actriz de provincias que llega a jolivú. Llena de talento y de buenas intenciones acaba de puta o vuelve a casa escarmentada porque el cruel mundo está un paso por delante de ella. No se me ocurre un simil personajil, Tennessee a mi rescate.
Todo empezó con una guerra de portadas iniciada por los pérfidos ingleses. The new york post contesta con dos portadas tal que asín:
A día de hoy no sabemos quién pasará en el grupo de EEUU ni quién les eliminará: hay una guerra de portadas librándose ahora mismo. (Visto en Guerra Eterna, imprescindible para seguir lo que pasa en EEUU).

Francamente no me importa demasiado: estamos en un país donde se aplauden las tarjetas amarillas que le ponen al contrario.

Aporta el Flaco que falta una mención a México, la selección de su Texas. México es el secundario del que te olvidas; siempre está, no aporta nada y desaparece pronto en la obra. Lo mejor que le puede ocurrir es darle un par de réplicas al protagonista o al malo. Olvidable, como su juego.

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