Vanidad y pereza

En Texas empieza a hacer un calor que se te funden los cañones de las escopetas. El campo se agosta, los gordos se retiran a invernar en sus cuartos con aire acondicionado y el vagabundaje y la horizontalidad se adueñan de todo mi ser. La euforia y el todoesnuevoismo también se aplacan un poquito, que ya era hora, porque mi cerebro se estaba empezando a cansar de tanto "¡oh, que distinto!". Rutina, cuanto te he echado de menos, ven, túmbate aquí a mi lado ,que nos vamos a echar la segunda siesta del día.

Verás mundo, me dijeron

Orlando es 1 bigardo* mexicano que estaba hoy a mis ordenes por razones laborales que no vienen al caso. Este hombre, que debia tener 50 años y su bigotón otros 25 , no paraba de repetir "como usted mande señor" ante cada cosa que le decía. El Flaco ha sido educado en el respeto a sus mayores y anda todavía un poco espeluznado con que le traten como a un jefe.¿Por qué me hacen caso? ¿Nadie se da cuenta de que yo no tengo la más mínima idea de que lo que digo?

Más T.V.

[Ya sé, ya sé, que no actualizo desde hace bastante, pero es que cuando estoy en la oficina tengo muuucho curro. Y aunque salgo bien pronto - 5:30 de la tarde, chollazo- cuando estoy fuera prefiero deambular por baretos antes que por cibercafés]

Muchos lectores saben que si algo caracteriza al Flaco es su facilidad para hacerse esguinces de tobillo. El viernes, rematando certero sobre la red, en un voleyball a cara de perro contra los arabes del edificio S, volvio a hacer gala de sus aterrizajes de seda. No tanto como para poder escribir chorradas sobre la sanidad americana, pero en el sofa con la pata en alto este fin de semana trabajo duro el otro gran topico americano. Me flipa la tele de este pais. Ya le dediqué unas lineas cuando andaba de hotel en hotel, pero la caja tonta se merece más tontás.